martes, 9 de mayo de 2017

Un Cielo Lleno de Estrellas

Por estos días hace tres años me encontraba en Francia. Tal vez muchos no sepan que estudié el idioma en una escuela internacional y que esta me escogió una familia de acogida.

Poco antes de viajar, me enviaron la información de esta familia para que me pusiera en contacto con ella, el nombre del contacto era Michelle Le Gall. No tenía idea de qué ni cómo escribirle (no conocía pizca del idioma), así que me ayudé con el traductor de Google y comenzamos a conversar. Desde el inicio, Michelle se mostró muy animada con mi llegada, lo que me hizo sentir muy cómoda.

En todo el tiempo que me quedé, Michelle no hizo sino mostrarme su afecto y cariño. Se notaba que su actitud hacia mí era diferente a la que demostraba a los otros estudiantes que se alojaban en su apartamento. Tiempo después me dijo que siempre había sentido un especial cariño hacia las chicas venezolanas, que éramos amables, cariñosas y especiales. Etendí que de allí provenía su predisposición a quererme sin conocerme tanto.

La comida que preparaba Michelle era única. No se comparaba con lo que vendían a costosos precios en los restaurantes más elegantes de la ciudad. A veces me guardaba para los almuerzos, que no estaban incluidos en el paquete (sólo incluída desayunos y cenas). Cómo no recordar a Michelle que todos los días por dos meses, me preparó algo diferente y más delicioso que lo del día anterior.

Michelle estaba casada con Charles Carbonneaux, mejor conocido como Charlie. Un señor que hablaba poco, veía mucha tele, pero a su manera, mostraba también un interés especial en mí cuando me contaba algunas historias y chistes que a veces no entendía por mi francés básico. Tanto Michelle como Charlie fumaban y pasaban la mayoría del tiempo en casa con su gato, siento que se alegraban un poco cuando llegaba de clases y compartía con ellos en la cena.

El tiempo es tan relativo. Han pasado ya tres años desde que los conocí, sólo por dos meses compartí con ellos, y aún siento un nudo en el pecho cada vez que los recuerdo con inmenso cariño. 

A finales de junio, cuando tuve que regresar, Michelle ofreció llevarme al aeropuerto. No era su obligación, de hecho había que pagarles por el servicio más o menos lo del costo de un taxi, que era de 15 a 20 euros. Ella me pidió no decir nada a nadie o los demás querrían hacer lo mismo, recibir el aventón de gratis.

El camino al aeropuerto fue demasiado triste, pensé que sería bastante dificil volver a pasar por esas calles, sentir ese aroma representativo de la ciudad, compartir con Charlie y Michelle. De repente, sonó en la radio A Sky Full of Stars de Coldplay, era la primera vez que escuchaba la canción. No aguanté más y en silencio lloré. Un poco por agradecimiento a la vida por la oportunidad de haber hecho uno de mis sueños realidad y otro poco por la enorme tristeza de despedirme de ese trozo de vida en el extranjero con una nueva familia. 

Poco antes de irme Michelle comenzó a quejarse de un dolor en la espalda, cuando le decía que fuese al médico, me decía que lo hacía, pero le mandaban a ir al fisioterapeuta. Las terapias le hacían bien pero sólo de momento, el dolor volvía rápidamente. Creo que nadie contaba con que ese dolor era realmente un cáncer que poco tiempo después le quitó la vida. 

En octubre de ese año me enteré, por su hijo Stephen, que Michelle había fallecido. Lloré como si la noticia fuese de un familiar, al fin y al cabo, Michelle era un ser muy querido. Hoy recordé todo esto, puse a sonar la canción, y volví a llorar con su recuerdo.

Michelle es un cielo lleno de estrellas, tal como dice la canción. Espero que allí se encuentre, sonriendo y dando ánimo a Charlie. Lo que sí es seguro es que también está en mi corazón, y será muy dificil que salga de allí.

Pdta: Acabo de escribirle a Charlie vía Facebook, tengo mucho que no sé de él y no me ha respondido. Espero que esté bien y contento.